Durante el mes de mayo, en varios países del
mundo, se festeja El Día de la Madre. Nunca había
hecho la observación de que dicha celebración
se realiza justo durante el tiempo de primavera,
el periodo en que la naturaleza nos regala sus
reverdecer completo de la tierra, y el cantar de las
pequeñas aves que recién aprenden a volar bajo la
supervisión de sus progenitoras. Y es que, hasta en
el reino animal, se aprende a ser madre por mero
instinto. Increíblemente, una de las ocupaciones
mas importantes del planeta se practica sin previa
enseñanza. A pesar de los múltiples libros o teorías
escritas sobre el tema, los hijos no vienen con manual
incluido y la práctica siempre termina por imponerse
por necesidad.
Desde el primer día las dudas, la angustia y mil
preguntas nos invaden al momento de sostener a
nuestros pequeños en los brazos y alimentarlos por
primera vez. Y casi nada cambia con el paso del
tiempo. Un día gatean, caminan, corren, van a su
primer día de clases o se gradúan de la universidad
y seguimos preguntándonos lo mismo: ¿estamos
guiando a nuestros retoños por el camino correcto?
Lo cierto es que el trabajo de una madre no termina
nunca. Mientras tenga aliento para respirar, energía
para moverse y memoria para recordar, lo más
importante en la vida de tantas mujeres son sus hijos.
David J. Sanchez
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Por grandes que estos sean, o lo ingratos que se
porten, siempre seguirán siendo sus pequeños.
Podría sonar medio trillada la frase que dice “una
madre puede cuidar a muchos hijos, pero a veces
muchos hijos no pueden cuidar a una madre”. En
este caso, quizás ayudaría un poco el recordar
que, en algún momento de nuestras vidas, esa
mujer nos tuvo también que enseñar a sostener
la cuchara, a lavarnos las manos, a asearnos y
vestirnos. Que con mucha o poca paciencia y,
aprendiendo sobre el camino, nos ayudó a crecer,
nos alimentó y nos entregó muchos años de su
vida para que, gracias a sus cuidados, hoy seamos
las personas en las que nos hemos convertido.
pero nunca nadie nos echará en cara que dejamos
de actuar en pro del bienestar de nuestros
pequeños, por grandes o testarudos que estos se
vuelvan. Y así, a cada uno con personalidad única
le entregamos el amor más sincero y puro hasta el
En este festejo del Día de la Madre, recuerda que
la tuya hizo o hace su mejor papel y al tanteo. Que
se volvió madre por instinto y que te amó desde el
día que te tuvo en sus brazos. Si puedes, abrázala
y llénala del amor más puro. Si la distancia se
interpone, no olvides recordarle de una forma u
otra tu amor por ella, porque tú eres su sentimiento
más virtuoso. Y si ya no está presente, regocíjate
al pensar que en el lugar donde esté, sus
bendiciones siempre están contigo.
Feliz Día de la Madre!
Nancy Nuñez
Director Editorial