Por Sabine Meuter (dpa)
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dpa / Quelle: Deutsche Presse-Agentur GmbH / Copyright: dpa
Cuando es temporada de uvas, las vemos en todas
partes: en el supermercado, en el mercadillo y en
la tienda de productos orgánicos. Su sabor dulce
y fresco y sus inigualables propiedades hacen
que sea una fruta jugosa ideal para cuando uno
hace una pausa. Además, solo hay que lavarlas y
disfrutar de ese sabor dulce que se desparrama por
todo el paladar.
¿Pero por qué a veces queda un olor un tanto
desagradable en las manos cuando comemos
uvas? Es por el azufre que las recubre para
aumentar su durabilidad. Por suerte, no es algo que
afecte el sabor.
¿Es el azufre perjudicial para la salud? “Depende”,
advierte el nutricionista Johannes Georg Wechsler,
quien trabaja en Múnich.
Las uvas de mesa son extremadamente sensibles,
por lo que, en un viñedo convencional, suelen
aplicarse pesticidas (entre otros, el azufre) para
proteger las cáscaras de las inclemencias del
tiempo, de los hongos y de las bacterias.
Las uvas siempre llaman la atención cuando se
contienen las frutas. Según un análisis realizado en
2019 en Alemania, las uvas podían llegar a tener
restos de más de diez tipos distintos de pesticidas.
Por un lado, esto no es problemático mientras no
se sobrepasen los niveles límite establecidos. Por
el otro, “los efectos de los pesticidas en la salud aún
no han sido exhaustivamente estudiados”, advierte
Wechsler, que es presidente de la Asociación de
Nutricionistas de Alemania (BDEM) e indica que
hasta ahora, por tomar un ejemplo, se parte de la
base de que un gramo de azufre por kilo de uvas no
es perjudicial. Sin embargo, en el caso de personas
muy sensibles el azufre, la sustancia podría
disparar algún tipo de alergia o ataque de asma.
Más que solo vitaminas Pese a todo, las uvas de mesa son una fruta muy
demandada en muchas latitudes.
mantienen en buen funcionamiento el intestino.
“Además, esta fruta aporta muchas vitaminas, y
también vitamina B, como ácido fólico”, dice la
nutricionista Antje Gahl. Tienen asimismo alto
contenido de potasio, calcio, fósforo, magnesio y
hierro.
Pueden ser de color azul oscuro, rojizas, amarillas
o verdes. Si bien el color no da la pauta sobre el
sabor de la fruta, sí se sabe que “las rojizas y las
azules son claramente más sanas” porque tienen
mayor contenido de metabolitos secundarios de
organismo, explica Wechsler.
También hay diferencia si uno come la uva con o
sin semillas. “A las personas sanas les recomiendo
dice la nutricionista Gahl. Pero si alguien presenta
algún cuadro intestinal es mejor que no las ingiera.
Ante cualquier duda, más vale consultar al médico
de cabecera sobre cuál es la mejor opción.
Las uvas aportan 70 kilocalorías cada 100 gramos,
bastante más que muchas otras frutas. Pero como
muchos dicen que no hay nada mejor que una
dieta de uvas para bajar un par de kilos, y lo hacen
comiendo un kilo por día.
“Desde el punto de vista de la nutrición, no hay
mucho que objetar mientras no se trate de una
persona con diabetes mellitus y uno lo haga solo
cada tanto y por un día”, dice Wechsler, que no
recomienda sostener este tipo de dieta durante más
de dos a tres días consecutivos. “Es demasiado
incompleta”, indica.
Su alto nivel de glucosa y fructosa hace que las
uvas sean un maravilloso aporte de energía para
el cuerpo, pero si alguien se limita a comer uvas
todo el día pronto notará que le faltarán nutrientes
fundamentales, como las proteínas.
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“Las uvas son un gran aporte a una dieta variada”,
dice Gahl, quien opina que no hay nada más
exquisito que comerlas con queso. Otro detalle
delicioso y además sorpresivo es utilizarlas para
decorar una ensalada. O justamente para comerse
un puñado en alguna pausa.
Pero antes de disfrutarlas es importante “lavarlas
muy bien, bajo agua corriente y tibia”, dice
Wechsler. Al lavarlas desaparece un poco el aroma
a azufre. ¡Y los dedos no apestan tanto!