Por Sabine Meuter (dpa)
Credit: Christin Klose/dpa
El estrés y los miedos
también pueden causar mareos
Sufrir mareos no es nada agradable: de repente
parece que el suelo se hundiera bajo los pies y
todo comienza a dar vueltas.
En ocasiones, estos episodios pueden durar horas
y a veces incluso días. Otras veces duran apenas
unos pocos segundos o minutos. En todo caso,
dan bastante miedo.
De acuerdo con la Fundación Alemana del
Cerebro, los mareos, que suelen manifestarse con
y que suelen llegar acompañados de náuseas y
problemas en la visión, son uno de los síntomas
más frecuentes de enfermedad.
Sin embargo, su causa no es siempre orgánica,
sino que puede tener un origen psíquico. En esos
casos se habla de vértigo psicógeno, aunque
algunos neurólogos, como el profesor alemán
“mareos funcionales”.
”La palabra ‘psicógeno’ sugiere que la persona
médico de la Clínica Universitaria de Neurología
en Núremberg, Alemania.
El estrés y la depresión pueden ser los detonantes
de mareos funcionales o persistentes. “Muchas de
las personas con trastornos de ansiedad también
sufren de ataques de mareos”, explica el profesor
Claas Lahmann, de la Sociedad Alemana de
Medicina Psicosomática y Psicoterapia Médica.
Por otra parte, no todos los detalles de cómo
investigados. Una de las explicaciones para
algunos ataques, pero no todos, es la siguiente:
coinciden las informaciones que proporcionan los
ojos y el sistema vestibular en el oído interno que
controla el equilibrio, que convergen en el cerebro.
Muchas personas lo experimentan al andar
en auto. Si el camino es muy sinuoso y como
acompañante en el coche se está leyendo algo,
es probable que se sientan mareos. Esto se
debe a que el cerebro registra que el oído está
informando acerca de movimientos. Sin embargo,
de información. Estas señales contradictorias
hacen que surja una sensación de mareo que
puede estar acompaña de náuseas.
En el caso de los mareos funcionales también
hay algo en la vida que no está en equilibrio. Los
emocional de peso, como por ejemplo la muerte
de un familiar, una separación o situaciones de
estrés. A esto pueden sumarse depresiones o
trastornos de ansiedad.
Estos ataques suelen aparecer siempre en
situaciones determinadas. Pueden surgir subiendo
en un ascensor, cruzando una calle o puente o en
Los afectados viven el mareo como algo tan
amenazante que luego intentan evitar en lo posible
la situación que lo causó.
Los mareos también pueden estar asociados a
enfermedades del sistema vestibular del oído
interno, como la enfermedad de Menière, o a la
síntoma de presión arterial demasiado baja o alta
o de arritmia cardíaca.
Determinados medicamentos o el alcohol
también pueden causar mareos, que pueden
manifestarse de distintas formas, como por
ejemplo una sensación falsa de movimiento o
de giro, aturdimiento o sensación de desmayo,
inestabilidad o pérdida del equilibrio, o la sensación
de estar atontado, con la cabeza pesada.
Si se descartan causas orgánicas y los mareos
son funcionales, el primer paso es que el paciente
tome consciencia de que, si bien le atemorizan,
hay formas de contrarrestarlos fácilmente, de
acuerdo con Frank Erbguth.
Algunas técnicas de relajación, como la
relajación muscular progresiva de Jacobson y el
entrenamiento autógeno, pueden ser de ayuda.
Según el caso, también puede ser aconsejable
tomar un antidepresivo.
también sirven para combatir los mareos
funcionales. “Es muy útil entrenar el equilibrio
jugando”, señala Claas Lahmann.
Algunos pequeños ejercicios pueden incorporarse
fácilmente a la vida cotidiana, como cepillarse
los dientes parado en un solo pie, por ejemplo, o
ejercicios sacudiendo la cabeza.
Estos se realizan de la siguiente manera: sentado
inclinar la cabeza hacia delante y hacia atrás, y
posteriormente girarla hacia la izquierda y hacia la
derecha. La idea es comenzar con los movimientos
lentamente al principio y luego ir aumentando la
velocidad.
Según Lahmann, es muy importante no evitar
las situaciones en las que aparecen los mareos.
Por el contrario, las personas afectadas deben
enfrentarlas a conciencia.
Si hasta el momento se sufrían mareos al cruzar
una plaza, por ejemplo, y se la evita desde
entonces, es necesario atravesarla a conciencia,
teniendo en claro que no hay ningún motivo
objetivo para
que uno empiece a sentir mareos.
La técnica puede no resultar exitosa de inmediato.
Pero se puede seguir trabajando en ella o
implementarla acompañado, por ejemplo, de una
superarlo, puede ser aconsejable alguna terapia
conductista.
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