Por Lorena Simmel (dpa)
La importancia de
alimentarse de
forma consciente
Comer es algo más que proveer de nutrientes
al cuerpo. Tanto el aspecto como el sabor y
la textura de lo que ingerimos, e incluso el
compartir la mesa con otros, desempeñan un
papel clave en el proceso.
Imagine que camina por un bosque y se
topa con un arbusto repleto de bayas rojas.
A primera vista no puede saber si son o no
venenosas. Su intenso color bermejo podría
ser una señal de que se trata de un alimento
peligroso pero, por otro lado, las fresas y
las grosellas también son rojas y son tan
saludables como deliciosas.
“Nuestra percepción visual no puede
indicarnos por sí sola si algo es o no
comestible”, explica Hans Hauner, director del
centro de Medicina Nutricional Else Kröner-
Fresenius de la Universidad Técnica
de Múnich.
Tampoco podemos saber a primera vista qué
nutrientes contienen los alimentos, añade el
experto nutricionista.
Siguiendo con el ejemplo, si decide llevarse a
la boca la baya roja y masticarla, ésta puede
saber dulce, salada, amarga o agria. Es
posible que el sabor que transmitan su papilas
gustativas al cerebro le hagan escupir la baya.
El apetito y los sentidos
El sistema sensorial ayuda al ser humano a
proveerse de lo que necesita para su nutrición
pero en tiempos de la producción industrial
de alimentos, los sobreestímulos a menudo
hombre en relación con la regulación de su
apetito.
“Dicho de forma exagerada: En los países
desarrollados, hoy en día, hay que proteger al
ser humano de la omnipresente disponibilidad
de alimentos”, acota Hauner.
Cuando se ingieren alimentos con un alto
externas -más duras y amargas- y el tallo.
“Es un modo de acercar a los clientes al origen
del alimento que están a punto de consumir”,
comenta. La renombrada chef está convencida de
que este modo de emplatar potencia el placer de la
degustación.
Cocinar vale la pena
A menudo en los hogares no se concede tanta
importancia a esos detalles. Que su preparación no
demande demasiado tiempo y que sacie nuestros
estómagos suelen ser los dos únicos requisitos a
tener en cuenta a la hora de elegir nuestra cena.
Según Hauner, por lo general cocinar para uno
mismo requiere una motivación adicional.
Por su parte, Wiebke Pinger, nutricionista y
naturópata, considera que vale la pena, y mucho,
invertir tiempo en los fogones. “Cocinar algo fresco
o papas fritas, el cerebro libera dopamina- al
igual que cuando se consumen
estupefacientes-. De ahí el éxito de estos
productos y de que se tienda a comerlos
independientemente de si se tiene o no
hambre.
Los antiguos patrones de comportamiento
ejemplo, en general, cuando se es niño
los dulces gustan especialmente porque
conllevan una provisión casi inminente de
genera seguridad.
Según Hauner, esa percepción permanece
decisiones sobre lo que consumimos como
adultos.
En este sentido el cerebro del hombre
preneolítico - antes de que el ser humano
ganado- funcionaba de forma muy parecida.
“El genoma humano evoluciona de forma
extremadamente lenta”, indica.
Recuerdos vacacionales y de niñez
del restaurante berlinés Baldon, explica que,
establecimiento, los miembros del equipo se
hacen preguntas como: “¿Qué platos recuerdo
Las recetas sabrosas que nos deleitaron
en vacaciones también juegan un papel
importante, añade la chef de cuisine. El lugar
donde las comimos e incluso el tipo de vajilla
en el que se fueron servidas son
a menudo agradables de rememorar.
comensales sepan qué están comiendo.
Por eso en Baldon sirven todo en el plato: El
cogollos de las alcachofas junto a las hojas
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